La ceniza, viene del latín "cinis", es producto de la combustión de algo por el fuego. Fue así como adquirió un sentido simbólico de muerte, caducidad, y en sentido contrario, de humildad y penitencia.
Mientras el ministro impone la ceniza dice estas dos expresiones, alternativamente: "Arrepiéntete y cree en el Evangelio" (Mc1, 15) y "Acuérdate de que eres polvo y al polvo has de volver" (Gén 3,19).
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