Culto:
San Antonio recibió culto prácticamente desde su muerte, y el día 13 de junio fue desde el inicio el día de su memoria litúrgica (aunque murió el 12) desde su canonización en 1232, el año siguiente de su muerte. Así mismo, Padua celebra el 17 de junio y en febrero, la traslación de las reliquias. El papa Sixto V, franciscano conventual, extendió la festividad a toda la Iglesia. Y Pío XII, en 1946, lo nombró Doctor de la Iglesia, aunque ya desde el siglo XV, al menos, era reconocido y representado como tal.
Devociones antonianas:
El Responsorio: Es la primera en el tiempo, conocida hasta hoy, el Responsorio es atribuido a San Buenaventura, pero que en realidad lo escribió Fr. Julián de Espira, en 1234.
Los trece Martes: Su origen es variado y no hay acuerdo, unos dicen que conmemoran su funeral, que ocurrió en martes, otros que comenzó siendo una novena realizada por una devota de Bolonia, que se prolongó cuatro martes más al no alcanzar lo pedido. Suelen celebrarse públicamente en iglesias franciscanas. Tiene su versión abreviada de los “Trece minutos a San Antonio”.
El rosario: Es un tipo de corona, que repite padrenuestro, avemarías y gloria, por trece veces consecutivas. Su origen es del siglo XIX.
La Cruz de San Antonio: es una cruz griega, dedicada especialmente a San Antonio, con la imagen del Santo en el verso y su bendición en el reverso. Es una bendición que solía utilizar Antonio para con los demás: “He aquí la Cruz del Señor; huid todos mis enemigos. Ha triunfado el León de Judá, la Raíz de David. ¡Aleluya, Aleluya!”
Oración a la lengua: En 1263 el cuerpo de San Antonio fue exhumado y se descubrió intacta la lengua, cosa extrañísima, ya que por su composición es de lo primero en corromperse. Fue puesta en un relicario, que actualmente se muestra en Padua. Esta oración es la única súplica que se conoce que vaya dirigida especialmente a una parte corporal del santo. O sea, se dirige a Antonio, pero haciendo mención especial de la lengua, y esto porque siempre alabó a Dios, y llevó a otros a alabarlo. Habló de él a los hombres e intercedió por ellos ante Dios.
El escapulario de San Antonio: Como todos los escapularios, son dos piezas unidas por cordones. En el caso del escapulario antoniano, los rectángulos son de color marrón, y los cordones blancos. Siempre puede ser sustituido por la medalla de San Antonio.
El pan de los pobres: Es la obra devota con más proyección social. Nació en Francia, en el siglo XIX y consistía en dos huchas o alcancías que se colocaban a izquierda y derecha de la imagen del santo. En una se ponían papeles con peticiones al santo, que se extraían y por las que oraban los miembros. En la otra, se ponía un donativo en metálico como acción de gracias, por la petición escuchada por el santo, y lo recaudado se dedicaba íntegramente a los pobres. Hoy ya no se practica, aunque muchas asociaciones caritativas sigan teniendo al santo como protector. Asimismo el día de su fiesta se acostumbra en Portugal y América, principalmente, a repartir dulces y panes bendecidos.
San Antonio, de azul.
Exvoto novohispano. Siglo XIX
Por lo general, San Antonio es representado como un joven sin barba, y de figura estilizada. Aunque las excepciones existen, como las imágenes o lienzos patrocinados por los capuchinos, donde el santo sí que tiene barba, aunque nunca la clásica barba capuchina de tres palmos. Las pinturas más antiguas son más realistas y no inciden en la belleza, como sí que hace el barroco, que lo convierte en una figura feminoide, de movimientos y bellezas angelicales.
El hábito: Pues lo podemos hallar en diversas formas. El más común es el hábito marrón, con cordón de tres nudos a la derecha y el rosario a la izquierda. Sin embargo, las imágenes del barroco lucen cinco nudos, por las cinco llagas, y en América es común verlos de azul, a partir del siglo XVIII. En ocasiones, no es lo más acostumbrado, lleva capa corta, al estilo franciscano. Otro aspecto a señalar es que, dependiendo de la iglesia, podemos verlo de gris y con esclavina amplia, si el sitio es franciscano conventual, o con capucha larga y sin esclavina, si es un convento capuchino. Otras imágenes barrocas le presentan levantando el hábito a media pierna y dejando ver debajo el hábito agustino, recordando que perteneció a dicha orden.
El Niño Jesús: Es su elemento iconográfico más característico. Se dice que un anfitrión del santo, vio como el Niño Jesús visitaba a Antonio en su oración. Como sea, lo cierto es que las imágenes antonianas suelen darnos al santo con el Niño, principalmente en tres versiones:
San Antonio, con el Niño y el lirio.
1: Arropándolo en sus brazos y mirándolo extasiado; estas suelen ser imágenes de gran expresión y ternura, son propias del barroco.
2: El Niño baja del cielo entre resplandores y Antonio abre sus brazos a él; en esta forma los lienzos y las estampitas piadosas son frecuentes.
3: El Niño sienta cátedra sobre un libro; aunque iconográficamente sea una solución para incluir el libro en las imágenes, la iconografía del Niño sobre el libro es más profunda: la sabiduría, predicación y enseñanza de Antonio está avalada por Cristo.
El libro: Como en los demás santos, el libro es símbolo de sabiduría y enseñanza. Pueden ser los evangelios, en caso de un apóstol, o un libro de Reglas, si es un Fundador. En el caso de Antonio, encierra su doctrina, predicación y magisterio, que le valieron ser Doctor de la Iglesia. Lamentablemente su faceta de milagroso ha escondido demasiado el conocimiento de su obra, expuesta en sus “sermones”.
El lirio: Símbolo de pureza por excelencia, representa consagración y amor virginal. Le acompaña siempre, en forma de una pequeña rama, nunca como una vara florecida, como en el caso de San José.
El corazón en llamas: La llama es símbolo de fe y amor que inunda el corazón del santo y se expande hacia los demás. Solo lo vemos en representaciones antiguas y escasas, ya que con la repetición iconográfica, se perdió este atributo.
El crucifijo: La cruz tiene muchos significados, y en general es pertenencia a Cristo y seguimiento radical. Es signo de victoria sobre el pecado y la muerte. No es muy frecuente en Antonio, ya que lleva al Niño Jesús, pero se puede ver en algunas pinturas barrocas, formando parte de su iconografía “ambiental” (cilicios, calaveras, libros, pluma de escritor). En algunos casos, pocos, lleva un crucifijo florecido de lirios, que recuerdan su victoria sobre las tentaciones carnales de juventud.
El pan: En numerosas esculturas, pinturas o estampas, San Antonio aparece dando pan a un pobre, o un niño, así como con una bolsa llena de panes. Proverbial era la caridad del santo, llegando a vaciar las despensas de las comunidades donde vivió; por otro lado, algo que Francisco siempre quiso, que no se guardara nada y se repartiera con los pobres.
La Virgen María: Un elemento propio de la pinturas de tema antoniano son las apariciones marianas al santo para darle al Niño. Y esto en diversas formas, Antonio jugando con el Niño, que permanece en el regazo de María; Antonio recibiendo el Niño de manos de María y, la más frecuente: María desde el cielo, contempla a su Niño en brazos de Antonio. Otra representación frecuente es la aparición mariana en el momento de la muerte de Antonio.
La custodia o copón: la vemos en el entorno del milagro ocurrido en Rímini o Tolouse (ambas ciudades se consideran el sitio del milagro) cuando un burro se postró ante el Sacramento, adorándolo, antes de acercarse a comer. Con este milagro, Antonio logró la conversión de varios herejes.
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