Una romería que no sabe de edades y que incita a recorrer a pie los kilómetros que separan el santuario desde distintos puntos de Viveiro, muchos de ellos durante los días que dura la novena a Fátima. Ruegan por su salud o la de sus familiares, no en vano, a la imagen se le atribuyen al menos dos milagros ocurridos hace más de cincuenta años, cuando llegó ala parroquia. Los vecinos del lugar recuerdan que durante la procesión en su camino hacia Bravos la Virgen de Fátima curó a un niño inválido y a una joven desahuciada por una peritonitis.
Durante la jornada de ayer se celebraron seis misas, las solemnes cantadas por el coro parroquial y seguidas de procesión.
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