sábado, 13 de agosto de 2011

Viacrucis de la JMJ Madrid. Preparación de una procesión Histórica (XI)


El Vía Crucis, un regalo de ida y de vuelta

Los arquitectos de su escenario explican la experiencia de todo un reto
Madrid, 4 de agosto de 2011.- Muchas personas a lo largo de su vida profesional se encuentran en algún momento con un desafío que, aunque comience como un mero proyecto más, puede terminar siendo una experiencia inolvidable y enriquecedora a nivel personal. Este es el caso de Eduardo Delgado y Miriam García. Ambos son los arquitectos a los que se les ha encomendado la tarea de diseñar el marco en el que se desarrollará el Vía Crucis que tendrá lugar en el Paseo de Recoletos de  Madrid el próximo 19 de agosto con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ). 
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Eduardo dirige el estudio Reset Arquitectura, especializado en edificación y diseño, mientras que Miriam se encarga de Land Lab, que se centra en el tratamiento del
paisaje y el entorno. Ambos estudios son complementarios y aglutinan a un grupo de seis jóvenes colaboradores. “Ha sido una experiencia muy bonita y que nos ha sorprendido desde el principio, cuando tuvimos que presentarle el proyecto a nuestros ayudantes”, comentan. De hecho, explican que, al margen de las diferentes creencias que cada uno de los participantes en el proyecto tiene, les ha llamado la atención “su disponibilidad, su afán y su deseo por compartir esta experiencia”. 
Con satisfacción y tras dos meses a pleno rendimiento, Eduardo y Miriam confiesan que, en un inicio, “nos parecía todo un reto conseguir el Vía Crucis que España le quería ofrecer al Papa, pero desde el principio lo hemos recibido como un regalo muy especial… casi como un don”. Y es que no ha sido tarea fácil, ya que en esta JMJ este acto central contará con unas características que lo harán diferente, único y novedoso con respecto al de otras ediciones. 
Así, cada una de las catorce estaciones, evocará una escena de la Pasión de Cristo y estará presidida por una imagen de la Semana Santa española. Los pasos más antiguos datan del siglo XVII, y entre todos representan a doce ciudades españolas. Estas tallas cuentan con un valor histórico, artístico y devocional incalculable, razón por la cual los arquitectos han tenido que tener en cuenta hasta el mínimo detalle para armonizar “la tradición cultural con el lenguaje contemporáneo”, así como con las peculiaridades de cada región. Este trabajo no ha sido del todo sencillo y aún así, Miriam comenta que “nos sentimos cómodos con nuestra postura, ya que el  proyecto está pensado para desaparecer, para ser sólo un telón de fondo. El protagonismo y la identidad del Vía Crucis debe estar en los pasos”. 
Un grupo de jóvenes cargará la Cruz de los Peregrinos, símbolo de la JMJ, a lo largo de todo el Paseo de Recoletos, deteniéndose en cada estación para rezar una pequeña oración delante de las imágenes y rememorar así el sufrimiento de Jesús. 
Como respeto a la tradición que esta imaginería representa, Eduardo y Miriam han construido quince estandartes con forma de palio para que cada paso quede recogido y protegido del sol, el calor e incluso la lluvia, en el caso de que se produjera. Se trata de unas estructuras muy sencillas que pretenden resaltar el valor de cada talla. Además, jugando con los colores representativos de la JMJ (el rojo y el blanco) y con la tipografía, estos arquitectos han tomado unos textos religiosos y los han codificado para que aparezcan detrás de cada imagen a modo de oración, “es como un Evangelio en Facebook, tenemos que ser capaces de transmitir un mensaje viejo pero radical y nuevo a la vez: el Evangelio”.  
Via_Crucis_LADOEn definitiva, con su aportación arquitectónica a la JMJ han querido manifestar una serie de valores que consideran que representan “a los jóvenes de DNI y a los de corazón” que se van a reunir en Madrid. Por ejemplo, la generosidad con la que han preparado su proyecto, este “regalo de ida y de vuelta”, ha sido una constante en estos meses de trabajo en los que aseguran haber entregado lo mejor de sí mismos, igual que “aquel joven que cuando encuentra una causa que merece la pena se da plenamente a ella”. 
También aseguran que su trabajo es el resultado del valor de la escucha. “En el contexto de una sociedad mayoritariamente crispada, hemos tenido que tratar con muchas personas diferentes para plasmar en nuestro trabajo esta pluralidad de miradas y eso es enriquecedor. Ha sido una experiencia tan grande que sólo con el tiempo la podremos asimilar”.  
Con la mirada puesta en la ya inminente llegada de Benedicto XVI a España, Eduardo y Miriam, al igual que el resto de los profesionales y voluntarios que están aportando su granito de arena, tienen puestas muchas ilusiones en este encuentro. “Lo más ambicioso que esperamos es que las pequeñas y grandes conversiones puedan tener lugar al calor de esta JMJ, nosotros sólo somos un instrumento para que esto sea posible, para que este mensaje llegue a todos los jóvenes del mundo”. Así, Eduardo, tomando como ejemplo una frase del escritor Paul Valèry en su obra Eupalinos o el arquitecto, confiesa que, con experiencias como éstas espera poder llegar a afirmar un día que “así construyendo, acabé construyéndome a mí mismo”.

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