Se trata de una de las Semanas Santas españolas de mayor importancia tanto por su excelente patrimonio escultórico; destacando las tallas de Francisco Salzillo (siglo XVIII), además de las de Diego de Ayala y Domingo Beltrán (siglo XVI), Nicolás de Bussy (siglo XVII),Antonio Dupar, Nicolás Salzillo y Roque López (siglo XVIII), y los contemporáneos Juan González Moreno, José Planes o José Hernández Navarro, como también por poseer un estilo propio (el estilo tradicional) originario del siglo XVIII y que supone una forma única en España de celebrar la pasión, lo que la convierte en una semana santa especial en el panorama nacional al escapar de la omnipresente influencia andaluza, constituyendo un importantísimo patrimonio etnográfico.
Es así mismo la celebración más antigua con la que cuenta la ciudad puesto que la cofradía decana, Los Coloraos, hunde sus raíces en los comienzos del siglo XV.
Las imágenes de la Semana Santa murciana son conducidas en procesión sobre tronos de inspiración neobarroca, tallados en madera y dorados, que son portados sobre los hombros por un número variable de nazarenos, que oscila entre los 16 y los 52, según el tamaño y peso del paso procesional.
A diferencia de lo sucedido en otras localidades españolas, donde los tiempos de crisis abocaron a la sustitución de los portadores por chasis con ruedas, Murcia siempre llevó sus pasos a hombros, con un ritmo peculiar, distinto al que se emplea en cualquier otro lugar, desacompasado, pero medido; sin vaivenes, pero ofreciendo la sensación de que las imágenes flotan sobre las cabezas de nazarenos y espectadores; con unos puestos asignados por el responsable de la marcha del trono, el cabo de andas, donde la misión a cumplir varía sensiblemente según se cargue en las varas o en las tarimas, en la punta de vara, en el tronco o en el cepo. Unos frenan, otros empujan, aquellos levantan y, entre todos, sin ensayos previos, pero con la lección bien aprendida de generaciones de estantes murcianos, que han ido transmitiendo el puesto y el arte de padres a hijos, se consuma el milagro anual de llevar la Pasión de Cristo a las calles, al encuentro de murcianos y forasteros, a la manera en que Murcia sabe hacerlo, por medio de una feliz conjunción de fe, arte y tradición única e irrepetible.
Como única e irrepetible es, también, la indumentaria del nazareno murciano, en particular del estante, que viste un atuendo singular donde se entremezclan elementos barrocos y huertanos que, a partir de un esbozo dieciochesco, termina de configurarse con diversas matizaciones hasta convertirse en elemento distintivo e identificador de nuestra Semana Santa.
Porque si hay algo de la Semana Santa de la ciudad de Murcia que sorprende al visitante, junto con la efusión en el reparto de caramelos y otras viandas, que explicaré más tarde, es la indumentaria de los cofrades y, en particular, de los llamados estantes, es decir, de aquellos nazarenos que portan sobre sus hombros los pasos.
El estante puede ser que considerado, por su peculiar aspecto y por la función que cumple, el nazareno murciano prototípico. De hecho, en los dos monumentos que existen en la ciudad dedicados al nazareno murciano, se representa a un estante.
El estante murciano lleva sobre la cabeza un capuz corto y romo, "en forma de haba", según definió con huertanísimo acierto Carlos Valcárcel Mavor. Ese capuz, que no tiene la forma cónica habitual en casi toda España, deja el rostro al descubierto, mientras que la parte de tela que cae sobre la espalda se adorna con un florón o escarapela. Unas cintas de seda, a ambos lados, tienen hoy una función decorativa, pero se emplearían en su momento para ajustar el capuz atándolas bajo la barbilla.
Todavía hoy muchos estantes recurren a un pañuelo, atado a modo de cachirulo y colocado bajo el capuz, para evitar el roce sobre la frente y contener el sudor, lo que permite que tanto a la ida como a la vuelta de la procesión, la estampa del estante clásico se complete con el pañuelo anudado a la cabeza como parte esencial y colorista del atuendo.
La túnica es, en realidad, de penitente, de manera que si se colocara normalmente, llegaría hasta los pies. Pero al recogerla en la cintura, sujeta con el cíngulo, para formar el buche, seno o "sená", donde se depositan los caramelos y obsequios varios que el nazareno entregará a los espectadores durante las cuatro o cinco horas que dura la procesión, queda ligeramente por debajo de la rodilla. Para darle vuelo, el nazareno estante se coloca bajo la túnica una enagua huertana almidonada, cuyo borde asoma bajo la túnica. Cabe pensar que, en un principio, el estante se recogería la túnica por mejor desenvolverse al caminar cargado con el paso, pero aprovechó ese plegado que quedaba en la cintura para usarlo como lugar de almacenaje.
Bajo la túnica, lleva el estante una camisa blanca, una chaqueta, cuyas solapas se acomodan sobre el cuello de la túnica, y una corbata. En mi opinión, la chaqueta y la corbata son un signo de que el nazareno, bajo la túnica penitencial, iba vestido "de serio", con su mejor traje, como corresponde al carácter e importancia de la conmemoración de la que participa.
Finalmente, el estante se calza con unas esparteñas huertanas, alpargata de esparto que se ata con cintas cruzadas a la pierna, y viste el pie y la pierna con las medias llamadas "de repizco", medias caladas y, en no pocas ocasiones, bordadas por la madre, la mujer, la novia o la hermana con algún motivo pasionario o, sencillamente, con motivos vegetales. La media se sujeta con unas ligas adornadas con pompón o florón.
Merece la pena citar, también, la indumentaria que usa el mayordomo, regidor de la procesión y colaborador del penitente, claramente tomada del barroco, pues amén de un capuz de características similares al descrito para el estante, adorna la túnica, que en este caso cae hasta los pies, como vestidura talar, con puntillas blancas en las bocamangas y en la pechera, que simulan los encajes que llevaban las antiguas camisas, que en el barroco asomarían por esas aberturas bajo la túnica penitencial.
PRESENTACIÓN CARTEL 2014
El pasado 8 de marzo de 2014, a las 11:30 horas, tuvo lugar la tradicional ofrenda al Monumento del Nazareno, sito en la plaza de la Glorieta de Murcia.
Tras concluir el acto en el Monumento al Nazareno, tuvo lugar la presentación del cartel oficial de la próxima Semana Santa, obra de Juan Fernandez Labaña. El acto comenzó a las 12:00 horas en el Real Casino de la ciudad de Murcia.
El cartel anunciador de la Semana Santa de este año. El secreto mejor guardado del Cabildo, y no ha defraudado, en absoluto. Se trata de una acuarela del pintor Juan Antonio Fernández Labaña, en la que se puede apreciar al Cristo del Perdón, el imafronte de la Catedral de Murcia, y el magenta de las túnicas de los nazarenos penitentes del Perdón, que, como podemos observar en el cartel van en dirección contraria a la real, por deseo expreso del artista que consigue así una mayor belleza, si cabe. Recordemos que fue este artista el que le puso nombre al autor del Cristo Titular de la Cofradía del Cristo del Perdón, descubriendo tras diferentes instigaciones, que era Francisco Salzillo el creador de la obra. Todas las investigaciones y análisis que realizó para su descubrimiento están reflejadas en el libro El Cristo del Perdón de Francisco Salzillo. Técnicas del siglo XXI para descubrir a un escultor del siglo XVIII.
PARA VER EL RESTO DE CARTELES DE LAS SEMANAS SANTAS DECLARADAS DE INTERÉS TURÍSTICO INTERNACIONAL SÓLO TIENES QUE PULSAR EL SIGUIENTE VÍNCULO:
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