A principios del siglo XIX tuvo lugar la ocupación de la Península Ibérica por parte de Napoleón Bonaparte durante la Guerra de Independencia Española. La ciudad de Viveiro no se vio libre de esta invasión.
En la mañana del 28 de enero de 1809 llegaron 74 «dragones» bajo las órdenes del comandante Marssan, que procedían de Mondoñedo. El 2 de febrero de 1809 fueron reforzadas por 400 voltigeurs, que ocuparon el Convento de San Francisco.
En esta guerra, tiene lugar un hecho recogido por la tradición popular, ya que el general Treni, decidió mostrar misericordia y no fusilar a los devotos de un Ecce-Homo que se encontraba en dicho convento, permutando la pena capital por el saqueo de la ciudad. Ese Ecce-Homo, se le conoce desde aquella como el «Ecce-Homo de los Franceses».
En la capilla de la Orden Tercera se puede visitar durante todo el año este venerado Ecce Homo, una Imagen a la cual se le profesa gran devoción en Viveiro tras lo vivido aquella noche del 18 de febrero del año 1809.
Un episodio histórico en el que un grupo de viveirenses se refugió del asedio de las tropas francesas a la ciudad en la capilla de la iglesia de San Francisco pero la imagen del Ecce Homo, conocido como de los Franceses , impresionó al general galo estaba al frente de la invasión y decidió dar marcha atrás, librando de una «muerte injusta» a los viveirenses allí refugiados.
Así es como se recuerda este episodio, según se recoge, por ejemplo, en el libro Historia de Viveiro y su Concejo, de Juan Donapetry. Esta leyenda la recoge el licenciado Pravio, seudónimo de Ramón Villar Ponte, en un artículo en los años 50, según dice el cronista oficial de Viveiro.
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