Juan XXIII y Juan Pablo II, los dos papas más populares del siglo XX serán canonizados y proclamados santos este domingo tras un proceso en el que se han tenido que demostrar dos milagros en el caso de Karol Wojtyla y uno en el del «Papa bueno». Pero ¿por qué unos son santos y otros no? ¿Qué requisitos hay que cumplir?
La ceremonia de este domingo será el final de un largo proceso que consta de cuatro etapas y que sigue la Iglesia en todos los casos.
1. Siervo de Dios. El obispo diocesano y el postulador de la causa piden iniciar el proceso de canonización tras realizar una exhaustiva averiguación con personas que conocieron al candidato para saber si en verdad su vida fue ejemplar y virtuosa. Si se logra comprobar por el testimonio de estas personas que su comportamiento fue ejemplar, la Iglesia le declara «Siervo de Dios».
2. Venerable. La Congregación para la Causa de los Santos del Vaticano aprueba la «positio» un documento en el que incluyen, además de los testimonios de los testigos, los principales aspectos de la vida, virtudes y escritos del Siervo de Dios. Si por estas detalladas averiguaciones se llega a la conclusión de que sus virtudes, fueron heroicas, el Santo Padre lo declara «Venerable».
3. Beato. Para que un venerable sea beatificado es necesario que se haya producido un milagro debido a su intercesión. Dicho milagro debe ser probado a través de una instrucción canónica especial, que incluye el parecer de un comité de médicos y de teólogos.
En el caso de Juan Pablo II, fue la curación milagrosa de la religiosa francesa Marie Simon-Pierre, que trabajaba en una maternidad católica y sufría un párkinson. Resultó curada de la noche a la mañana cuando su comunidad pidió el milagro a Juan Pablo II. El Papa Wojtyla fue proclamado beato por Benedicto XVI el 1 de mayo de 2011, seis años y un mes después de su muerte.
4. Santo. Para la canonización es necesario otro milagro atribuido a la intercesión del beato y ocurrido después de su beatificación. En el caso de Juan Pablo II, ha sido la curación milagrosa de Floribeth Mora, que sufría un aneurisma cerebral. El Papa Francisco ha decidido que para proclamar santo a Juan XXIII era suficiente con el primer milagro y no hacía falta demostrar un segundo.
Para algunos santos el procedimiento de canonización ha sido rápido, como por ejemplo, para San Francisco de Asís y San Antonio, que sólo duró 2 años. Pocos han sido declarados santos seis años después de su muerte, o a los 15 ó 20 años. Para la inmensa mayoría, los trámites para su beatificación y canonización duran 30, 40, 50 y hasta cien años o más.
Los santos «canonizados» oficialmente por la Iglesia católica son alrededor de 10.000, aunque los procesos tal como hoy los conocemos son relativamente nuevos, del siglo XVIII. Antrea los santos surgían por aclamación popular.
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