01/04/2012 - Marita Negrelos / El Progreso (A Mariña)
Con la cruz a cuestas. La Semana Santa de Viveiro aspira a la declaración como Fiesta de Interés Turístico Internacional. La celebración vivariense hunde sus raíces en la Edad Media, ya que en el siglo XIII los dominicos y los franciscanos iniciaron las representaciones de la Pasión del Señor en las calles para que el pueblo las entendiese mejor.
LA SEMANA Grande de Viveiro, con la declaración de interés nacional desde 1988, se perfila ahora como una seria aspirante a la consecución del reconocimiento internacional. La historia y antigüedad, tanto de algunos de sus actos, entre los que destacan El Encuentro y El Desenclavo del Viernes Santo, como su rica imaginería, con figuras articuladas que sorprenden y emocionan al espectador, son solo dos de sus bazas para conseguirlo.
La Pascua vivariense es hoy por hoy una de las que mayor tirón tiene en Galicia y cada vez gana más adeptos dentro y fuera de España. Familias enteras mantienen viva una tradición, con gran raigambre cultural e histórica, en la que tampoco faltan las vivencias religiosas ni el fervor y el sentimiento que se desata ante el paso de algunas imágenes, que cuentan con gran devoción. Además, llama la atención el sobrecogedor silencio que invade las calles al paso de las filas de fieles, como ocurre en la procesión de La Soledad, también conocida como de Os Caladiños.
Tampoco es extraño observar en los actos a varios penitentes, que caminan descalzos con la cruz a cuestas para cumplir una promesa, por lo que participan, por ejemplo, en los vía crucis y en la procesión de La Pasión del Viernes Santo. Las cofradías también admiten a alguna persona como llevador por un ofrecimiento o penitencia, como ocurre en la hermandad de la Santa Cruz.
La Junta de Cofradías trabaja por todo ello para que la Semana Santa de Viveiro logre la declaración de interés internacional. Con ese fin, una decena de periodistas extranjeros vivirán este año en directo la experiencia para después divulgar los atractivos de la Pasión vivariense en países como Estados Unidos, Holanda o Alemania.
La Semana Santa de Viveiro vive en la actualidad un momento de esplendor solo comparable al que suscitó en las décadas de 1940 y 1950 el nacimiento de tres nuevas hermandades, filiales de la Cofradía del Santísimo Cristo de la Piedad, que hoy es mixta con mujeres llevadoras. Las cofradías impulsan ahora el incremento del patrimonio con la compra de imágenes que no desmerecen a las antiguas. Este año se incorpora la Mujer Acusadora al paso de Las Negaciones de San Pedro y un Jesús con la Cruz a cuestas de la cofradía O Nazareno dos de Fóra, que agrupa a los vivarienses que residen fuera del municipio.
REALISMO.
Con una imaginería tan rica, en la que destacan tallas con una profunda expresividad, que transmiten gran realismo y emociones como dolor, sufrimiento, aflicción o soledad, hasta la alegría de la Virgen de la Esperanza o el Cristo Resucitado del Vía Lucis de Resurrección, no sorprende que medio pueblo de Viveiro se vuelque con esta celebración religiosa que atrae a miles de personas hasta la ciudad del Landro.
La autenticidad de las representaciones, que siguen la Pasión de Jesús paso a paso e incluyen el relato de un predicador y figuras con movimiento, de la época medieval, conforman escenas difíciles de olvidar, a las que se suma la vistosidad de las procesiones, en que participan más de mil llevadores. Todo está calculado para que cada uno cargue con 25 kilos como máximo, pero «se a xente vai mal colocada, podes levar 50», indica Vicente Rey, O Bola, vinculado a la Semana Santa desde que en 1971 se hizo monaguillo.
El llevador de la Venerable Orden Tercera llegó a portar ocho pasos en un solo año. «No 1978 empecei a levar o Cristo da Agonía, e ó ano seguinte collemos o Cristo da Columna», que aún porta ahora.
Para Vicente llevar el paso supone «moita responsabilidade. A nosa pandilla, da que xa só quedamos cinco dos que empezamos, sempre nos xuntabamos a cenar. Agora incorporouse xente nova, como un señor que volveu de Suiza e pediunos para levar o da Columna». Los jóvenes también piden paso. De hecho, su hijo David Rey se inició hace tres años y el de su compañero Trini se estrenará esta Semana Santa. «Os pasos pequenos teñen asegurado o relevo», indica. El llevador explica que «os novos amosan o ombro vermello con orgullo», antes de añadir que «teño visto algúns sangrando».
Rey revela que los llevadores de la VOT tienen una norma no escrita, por la que no paran en la Praza Maior, sino antes o después, y también suben de un tirón la calle conocida como A Zapatería, porque en ella se ubicaba ese gremio en la Edad Media. La peor escena se vive cada vez que llueve y las procesiones no pueden salir. «Dá moita pena ter que volver para a casa, porque a xente preparase con moita ilusión», relata.
Fuente: http://elprogreso.galiciae.com/nova/161781.html?lang=es
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