Una de las Imagenes más bellas de Don Francisco Romero Zafra, es la Imagen de Nuestro Padre Jesús del Amor despojado de sus vestiduras, titular de una nueva cofradía gaditana radicada en la Iglesia de María Auxiliadora, anexa al Colegio de los Salesianos de la capital.
Llama la atención de esta escultura el contraste entre la idealización del rostro -que, pese a las magulladuras y al cansancio tras el trayecto hacia el Calvario, conserva la belleza y dulzura propias de este escultor- y el cruel realismo del cuerpo; una auténtica figura de carne torturada donde se aprecian huellas martiriales de todo tipo: cortes, desgarros en la piel, cardenales, señales de apaleamiento, regueros de sangre con gotas de vidrio rojizo, uñas amoratadas y sanguinolientas, marcas de latigazos, etcétera. Todo ello, acentuado por el gusto del detallismo del autor y su pericia en las policromías, hacen de éste un simulacro estremecedor que lo acerca en parte al cruento estudio de las tallas gaditano-genovesas, propias de la ciudad para la que ha sido realizado y de su entorno.
Pese a la saña del suplicio, el escultor e imaginero cordobés ha querido que el Varón conserve la dignidad ante el sacrificio y la poderosa anatomía que se desprenden de su divinidad, además de la mencionada belleza del rostro pese al pómulo fracturado y el resto de heridas que lo surcan. En el dorso de la gruesa corona de espinas, advertimos un caracol, antiguo símbolo de evolución que preludia la Resurrección de Cristo.
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