La Santa Madre Iglesia no ha dudado en afirmar repetidamente la legitimidad del culto tributado a las imágenes de Cristo, de su Madre y de los santos y con frecuencia ha orientado a los fieles sobre el significado de este culto.
La veneración de las imágenes de Santa María Virgen frecuentemente se manifiesta adornando su cabeza con una corona real. Los Romanos Pontífices no sólo secundaron esta forma de piedad popular, sino que, además, personalmente o por medio de Obispos por ellos delegados, coronaron imágenes de la Virgen Madre de Dios ya insignes por la veneración pública. Y, al generalizarse esta costumbre, se fue organizando el rito para la coronación de las imágenes de Santa María Virgen incorporado a la Liturgia Romana en el siglo XIX.
La veneración de las imágenes de Santa María Virgen frecuentemente se manifiesta adornando su cabeza con una corona real. Los Romanos Pontífices no sólo secundaron esta forma de piedad popular, sino que, además, personalmente o por medio de Obispos por ellos delegados, coronaron imágenes de la Virgen Madre de Dios ya insignes por la veneración pública. Y, al generalizarse esta costumbre, se fue organizando el rito para la coronación de las imágenes de Santa María Virgen incorporado a la Liturgia Romana en el siglo XIX.
Con este rito reafirma la Iglesia que "Santa María Virgen con razón es tenida e invocada como reina, ya que es Madre del Hijo de Dios, Rey del Universo, colaboradora augusta del Redentor, discípula perfecta de Cristo y miembro supereminente de la Iglesia" (Sagrada Congregación para los Sacramentos y el culto divino, Ritual de la coronación de una imagen de Santa María Virgen [14-II-83]. Prenotandos).
Corresponde al Obispo de la Diócesis, consultados los organismos diocesanos y
locales pertinentes, juzgar sobre la oportunidad de coronar una imagen de la Santísima Virgen, teniendo en cuenta la devoción popular que suscita y el cultivo del genuino culto litúrgico y el apostolado cristiano.
Las Coronaciones a lo largo de la historia
La antigüedad de la confesión por parte de la comunidad cristiana de la realeza de María se remonta a la primitiva comunidad y se ve plasmada ya en la iconografía del paleocristianismo: corona e insignias reales, corte de ángeles y santos, e incluso coronación por Jesucristo de Su Madre.
Asimismo, la Liturgia canta a María Reina en múltiples antífonas (Salve Regina, Regina coeli, Ave Regina coelorum, en las Letanías lauretanas...); pero es singularmente significativo el sacramental de coronación canónica, que parte en Occidente sobre todo de finales del siglo XVI, en el marco de la Contrarreforma.
Extenso mosaico que se ha ido entretejiendo a lo largo de la historia por el amor del pueblo cristiano a su Madre celestial.
María, totalmente glorificada por su Asunción en cuerpo y alma a los cielos, es Reina por ser Madre de Dios y Rey mesiánico, por ser corredentora, por ser perfecta discípula de Cristo e imagen y tipo de la Iglesia.
El rito de la coronación fue conformado en el siglo XVII para las imágenes que eran coronadas en nombre del Cabildo Vaticano. Santa María la Mayor de Roma y la Virgen de Oropa, en 1620, fueron las primeras imágenes coronadas canónicamente.
En el siglo XIX se extendió a toda la Iglesia, terminando por incorporarse al Pontifical Romano, para imágenes de gran devoción. De esa manera en España, la catalana Virgen de Montserrat fue la primera en recibir la coronación canónica en 1881, y, en Andalucía, fue la sevillana Virgen de los Reyes en 1904, con posterioridad, lo sería la Virgen de la Cabeza de Andújar, coronada la primitiva imagen en 1909 y en 1960 la actual. En 1913 fue coronada la Virgen de las Angustias, patrona de Granada y más tarde, en 1919, la almonteña Virgen del Rocío y, en 1929, la Virgen de la Antigua de la Catedral hispalense.
Virgen de los Reyes | Virgen de Monserrat | |
Virgen del Rocío | Virgen de la Antigua |
Virgen de la Cabeza |
El 8 de Febrero de 1943 fue coronada por el Nuncio de Su Santidad la Virgen de la Victoria patrona de Málaga y su diócesis.
Otras coronaciones canónicas de indudable recuerdo son las de María Auxiliadora y la Virgen de la Amargura de Sevilla en 1954, y diez años más tarde la de la Esperanza Macarena, el 31 de Mayo de 1964. La secular devoción a la Virgen de los Dolores de Córdoba hizo que ésta fuese coronada en 1965. Y así un buen número de Dolorosas y de Vírgenes de gloria han recibido bien del Vaticano o bien de su respectivo Obispo el oportuno permiso para ser coronada canónicamente.
Aunque la nómina es extensa señalaremos en Sevilla la Hiniesta Gloriosa en 1974 y la Esperanza de Triana en 1984, y la Estrella en 1999. En Málaga la Virgen de los Dolores de la Cofradía de la Expiración en 1986, la Virgen de la Esperanza en 1988 y en ese mismo año la Virgen de la Paz y del Socorro de Antequera. También en otras provincias andaluzas se ha realizado de poco tiempo acá este rito. Baste señalar la Virgen del Rosario o de las Angustias o del Socorro en Córdoba, la de la Alhambra en Granada, la de los Dolores de Álora y Antequera. En el año 2000 fue coronada la Virgen la Trinidad de la popular Cofradía del Cautivo y la Virgen de los Remedios de Cártama y, en el año 2003, la Virgen de la Amargura (Zamarrilla).
Esta ceremonia se rige actualmente por el Ritual promulgado por el Vaticano el 25 de marzo de 1981, en el que se extiende el privilegio de la concesión a los obispos diocesanos juntamente con la comunidad local, por lo que las coronaciones pueden ser pontificias, por decisión expresa del Papa o del Capítulo Vaticano, y diocesanas.
Sobre la propia corona
En cuanto a la diadema o corona ha de unir la dignidad y nobleza a la sobriedad, tanto en los materiales como en la ejecución, según los condicionantes culturales y los gustos artísticos de la comunidad, de modo que sea símbolo adecuado. Se recomienda para su celebración preferentemente alguna memoria de la Virgen u otro día festivo: en este caso será un domingo, día del Señor, víspera de la Solemnidad de todos los Santos: no olvidemos que María es Reina de todos los Santos y la Panagia o Toda Santa.
Lugar y momento de la coronación
La coronación suele realizarse dentro de la Eucaristía, lo más frecuente aunque también puede hacerse en el marco de las Vísperas de la Liturgia de las Horas o de una Liturgia de la Palabra. Todo transcurre del modo acostumbrado hasta la homilía, que debe resaltar el papel materno y regio de María en la Iglesia. Frecuentemente la(s) corona(s) es/son portada(s) en la procesión de entrada.
Después de la predicación, ministros, generalmente los padrinos, llevan la corona al Obispo, que, despojado de la mitra, recita la oración de bendición y la rocía con agua bendita. A continuación procede a su imposición sin decir nada; si es una imagen de la Virgen Madre, primero se corona la imagen del Niño Jesús, y después la de María. A continuación se canta una antífona o canto que exalte la realeza de María mientras el Obispo inciensa la imagen. Acabado el canto, se hace la oración de los fieles y continúa la misa del modo acostumbrado.
Es muy frecuente, al menos en nuestras latitudes, que todo acabe con una procesión triunfal en reconocimiento de la dignidad que la Iglesia ha conferido a esa efigie mariana.
Fuente: http://www.doloresdelpuente.com/coronacion_rito.htm
Fuente: http://www.doloresdelpuente.com/coronacion_rito.htm
Muy buen artículo.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Fdo. Ricardo.