Os mostramos un artículo escrito por Don José Pino González y publicado en EL Heraldo de Viveiro el 16 de agosto del presente año.
Publicamente agradecemos a Don José Pino que nos hubiese hecho llegar este escrito.
BUENA PROA D. JOSE BELLO.
Recuerdo haber asistido a la celebración de la toma de posesión de D. José Bello Lagüela en la misa dominical de una en la iglesia de San Francisco. En aquel momento no acertaba a comprender el pesar de los vecinos de Ribadeo que habían acudido a la ceremonia como despedida de ellos y presentación para nosotros, “que buen párroco se llevan ustedes” sonaba a mi alrededor al finalizar la misma. Casi unánime era el golpe de desconsuelo para aquellas gentes que lo habían acompañado en su tránsito de banda a banda del litoral de la provincia.
Asistíamos a los planes cuatrienales del anterior obispo D. José Gea, así en poco tiempo habíamos pasado de un cura culto (D. Leoncio) a uno que era todo bondad (D. Enrique) pasando por la breve estancia de D. Antonio Basanta, un dominador de la palabra cuyas homilías, eran y siguen siendo, un lujo para los fieles.
Tocaba cambio otra vez, en las dos parroquias, tocaba a acostumbrarse a nuevo guión. Su llegada venia acompañada de un párroco ayudante, D. Cándido, espigado descendiente de los pescadores focenses, que se convirtió en un ameno conductor de la misa de catecismo, había logrado centrar la atención de los niños a los que mantenía como los calamares a la luz. Buen inicio.
Aquel hombre pequeño, de oratoria pausada, sonrisa sarcástica y de una enorme capacidad de trabajo y organización, supo hacerse con las riendas de su nuevo destino con una práctica aplastante, su evangelización pasaba por la incidencia de la santidad del propio individuo, algo en lo que incidió desde el primer momento, todos somos santos a los ojos del Señor, todos llevamos dentro la característica de bondad que debemos ser capaces de explotar. El mensaje era muy claro y en él incidió durante toda su estancia en su nueva parroquia. Cura abierto a nuevas ideas, oyente y dialogante, supo reconducir muchas de las situaciones a buen puerto.
La gran labor de D. José fue además el potenciar la labor espiritual llevada a lo cotidiano, involucrar a la juventud y a los colectivos extranjeros en nuestras prácticas. El auge e impulso de nuestra Semana Santa vividos durante su sacerdocio, será muy difícil de igualar. Potenció, apoyó y facilitó las muestras religiosas dando todas las facilidades posibles desde el aspecto clerical para con un culto que tocó cumbre con el recién nombramiento de Interés Internacional. Los logros, justo es reconocerlo, llegan de la mano de los dos párrocos, D. José y D. Luis Fole, ambos villalbeses, que formaron un tándem de muy difícil reemplazo, el uno se va, D. Luis continua a pie de mástil. Han sabido complementarse en función de la importancia de sus respectivas parroquias en beneficio de un pueblo. Ambos se han visto beneficiado además de la llegada de D. Manuel Sánchez, el obispo palentino que ha sido capaz de ver que el mantenimiento de los curas más de cuatro años en sus destinos ayuda a realizar labor a largo plazo.
Ahora, con más de una docena de años predicando a los pies del Cristo Crucificado de las Siete Palabras, comprendo a aquellos vecinos de la vera del Eo, que suerte hemos tenido, que buen párroco nos ha tocado a disfrutar. Su capacidad de trabajo llevada a la extenuación se verá recompensada con su nuevo destino de Rector del Seminario de Mondoñedo.
Que tenga Vd. buena proa D. José en su nueva singladura, se lo merece más que nadie.
En la mar, 9.agosto.2013
Capitán J. Pino.
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