sábado, 6 de agosto de 2011

Viacrucis de la JMJ Madrid. Preparación de una procesión Histórica (VIII)


Escrito del Obispo a los Jóvenes participantes en la JMJ de Madrid

Queridos jóvenes diocesanos:

Nos venimos preparando espiritual y pastoralmente para que la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid con el Santo Padre, sea la ocasión providencial para un hondo, auténtico y gozoso encuentro con Jesucristo, el único que puede dar a los hombres la fe, la esperanza y el amor mostrándoles el camino de la auténtica y duradera felicidad, ahora y en la eternidad. “Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe” (cf. Col 2,7)». En esa hermosa etapa de la vida, que es la juventud, os animo a profundizar vuestras raíces en Cristo, que os ama y os llama a su amistad. El os invita a seguirle en el sacerdocio, en la vida consagrada o en el matrimonio para hacer de vosotros sus testigos. Él os dará luz y fuerza para edificar vuestro futuro. ¡No tengáis miedo!

En un primer momento, acogeremos a jóvenes que nos llegan de diversas partes del mundo.  Es una buena ocasión para practicar la espiritualidad de la acogida. Ésta consiste siempre en un precioso intercambio de dones. Cuando acogemos y somos acogidos, recibimos ciertamente mucho más de lo que ofrecemos, pues la presencia y el testimonio del hermano nos enriquecen personal y comunitariamente. Quienes nos visitan han de experimentar el amor fraterno, lúcido en el servicio y presto para la entrega a una causa verdaderamente apostólica: la de la evangelización de los jóvenes de este tiempo. El sentido proverbial de la hospitalidad cristiana animará a todos y especialmente de nuestras familias para recibir a los jóvenes peregrinos y abrirles las puertas de las casas y los corazones según el conocido lema benedictino de tratar “al huésped como a Cristo”. Nuestras familias podrían ser para esa juventud del mundo, que va a responder a la llamada del Santo Padre, uno de los mejores signos y testimonios del amor cristiano que palpita en el corazón de los habitantes de nuestras tierras gallegas.

Vivamos con gozo y esperanza la ‘fiesta de la Fe’ que van a ser las Jornadas Mundiales de la Juventud. Participemos activamente. ¡Aprovechemos a fondo la gracia excepcional de este “nuevo Pentecostés”! Será una magnífica oportunidad para vivir la espiritualidad de comunión. Hermanos y hermanas procedentes de realidades diferentes, experimentaremos el don de compartir una misma fe, esperanza y amor. Más allá de nuestras simpatías o antipatías humanas, más allá de nuestras ideas y sentimientos, está el amor de Cristo que nos une y nos permite vivir en comunión. Os animo vivamente a participar en estas Jornadas como un auténtico don de Dios y una experiencia de gracia.    

Nuestra vida es un camino en el que Jesús nos sale al encuentro y nos invita a seguirle. Este camino lo vivimos en la compañía de tantos hermanos y hermanas, constituyendo la familia de Jesús que es la Iglesia. Recorriéndolo experimentamos la fatiga y el cansancio, pero también el apoyo y la fuerza del Señor, el alimento de su Palabra y su Eucaristía y el aliento y sustento de nuestros hermanos y de los santos. Vivamos laespiritualidad del camino.

Ya estamos pensando y orando por el camino a recorrer después de la JMJ de Madrid. No pretenden estas citas eclesiales suplir lo que con creatividad, método y constancia, debemos ir trabajando en nuestra pastoral ordinaria con los jóvenes. Más bien todo lo contrario: pueden ser  punto de partida, un aldabonazo para despertar a muchos jóvenes y una ocasión providencial para que Dios nos de la gracia que siempre acompaña estos encuentros. Y surtirá unos efectos muy positivos en nuestros jóvenes verse formando parte de una juventud católica, sana, alegre, responsable, eclesial y comprometida con su época.

Las Jornadas Mundiales de la Juventud, como ya está demostrado, ofrecen buenos frutos espirituales y pastorales si hay un buen acompañamiento posterior. Un grupo de jóvenes y adultos, con un recorrido cristiano importante, llenos de alegría y entusiasmo, intensivamente preparados pueden ser monitores de otros jóvenes dispuestos a vivir la fe y a anunciar a Jesucristo. Como tantas veces invocamos a María diciendo: ¡Ven con nosotros a caminar!

Con mi afecto y mi bendición,


 

0 comentarios:

Publicar un comentario

ShareThis