domingo, 27 de abril de 2014

El día de los cuatro papas: Francisco proclama santos a Juan Pablo II y a Juan XXIII...


Francisco proclamará hoy santos, en una ceremonia histórica, a dos gigantes de la Iglesia que reciben una veneración de masas sin parangones. Juan XXIII y Juan Pablo II serán unidos en un sólo, gran acontecimiento que reforzará el impulso reformista que el Papa esta llevando adelante en el mundo católico y dentro de la Iglesia.

Se han escuchado y se escucharán discrepancias con la decisión de hacer llegar al más alto escalón de los altares a dos personas muy diferentes. Pero Jorge Bergoglio quiere reunir a ambos por el mensaje de dinamismo que Angelo Roncalli y Karol Wojtyla han trasmitido con sus pontificados históricos, los más populares del siglo XX.

El programa pastoral de Francisco, que Bergoglio postula desde hace muchos años, afirma que la Iglesia debe abandonar los esquemas autorreferenciales, salir de si misma, volcarse a la gente y defender un mandato evangélico de austeridad y pobreza, de misericordia y humildad, para conectar con autoridad con las atormentadas sociedades contemporáneas.

Ayer, el portavoz vaticano padre Federico Lombardi anunció que el predecesor de Francisco, Benedicto XVI, de 87 años, había finalmente aceptado estar presente en la ceremonia que será definitivamente considerada el día de los cuatro papas: dos vivos que concelebrarán la misa con otros 150 cardenales y un millar de obispos en la plaza de San Pedro, para santificar a dos muertos.

Veinticuatro jefes de Estado y gobierno, entre ellos los reyes de España y varios presidentes latinoamericanos, encabezarán las delegaciones. En total estarán representadas 92 naciones.

Ayer llovió en Roma pero igual la plaza y sus alrededores estaba casi llena con decenas de miles de peregrinos que la recorrían. Los polacos predominaban pero también era nutrida la presencia de católicos italianos que vivaban a Roncalli. Miles de globos blancos con la sigla JXXIII y amarillos (colores vaticanos), con el nombre estampado de JPII, mostraron una convivencia ideal, una continuidad en la que muchos no creen, entre los papas que dominaron la parte final del siglo XX, a partir de los años sesenta, y cuyas figuras y acción se proyectan sobre el actual pontificado.

Juan XXIII (1958-63) rompió con la Iglesia hostil al mundo moderno que enarboló el conservador Pío XX, y apenas llegó al pontificado anunció que convocaría a un Concilio para terminar con la fortaleza Iglesia y reconciliarla con el mundo contemporáneo. El Vaticano II ha sido el más grande acontecimiento vivido por el mundo católico.

Pero a la libertad de discusión que hubo en el Concilio y a los cambios que modificaron para siempre el rostro de la Iglesia, Roncalli agregó su humildad y misericordia para diferenciar el error del errante y para lanzar una encíclica extraordinaria como la “Pacem in Terris” mientras el mundo de aquellos años padecía el terror de una guerra nuclear por la crisis de los misiles de Cuba.

Francisco eximió del segundo milagro a Juan XXIII para acceder a la santidad. “Roncalli hizo un milagro, que fue el Concilio Vaticano II”, comentó Andrea Riccardi, ex ministro y líder de la comunidad de San Egidio.

Dicen que Francisco puso a los dos grandes papas en la misma ceremonia de canonización para evitar una proclamación exclusiva de Juan Pablo II, cuya santificación muchos cuestionan. Pero el Papa argentino cree que Karol Wojtyla puso a la iglesia en movimiento, defendió los derechos de los trabajadores y los derechos humanos. Fue artífice del dialogo con todas las religiones en la ceremonia de Asís en 1986, protestó sinceramente por la invasión norteamericana de Irak que dejó en ruinas a los católicos caldeos, fue el primer papa en entrar en una sinagoga y en un templo budista. Y llamó al Jubileo del Tercer Milenio en 2000 en el que pronunció el mea culpa por los errores y horrores cometidos por la Iglesia en su historia.

También a apenas tres meses de llegar al trono pontificio asumió el gran riesgo de mediar entre Argentina y Chile para evitar una guerra que hubiera dejado huellas espantosas. Y tras seis años de negociaciones consiguió que ambas naciones firmaran el tratado de paz en el mismo Vaticano.

Pero Wojtyla registró en sus casi 27 años de pontificado en los que llevó el mensaje apostólico en 248 viajes a los cinco continentes, también aspectos negativos, como la persecución implacable de la teología de la liberación. Hizo un acuerdo con el presidente Ronald Reagan para liberar a Polonia del comunismo, al costo de castigar en América Latina a los movimientos de las comunidades de base y a los teólogos posconciliares.

Por último son pesadas las acusaciones de que Juan Pablo II no actuó con decisión contra los abusos sexuales en la Iglesia, sobre todo protegiendo al cura mexicano Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo. Esa mancha ha dejado huellas lacerantes.

La proclamación de los dos Papas se iniciará a las diez de la mañana (cinco horas menos en la Argentina). Una hora antes comenzará la misa. La parte más importante, el rito de la canonización, se iniciará cuando el prefecto de la Causa de los Santos, cardenal Angelo Amato, presentará las peticiones con “gran fuerza”, “mayor fuerza” y grandísima fuerza” al Papa.

Francisco pronunciará la fórmula que concluirá con la frase “declaramos santos a Juan XXIII y Juan Pablo II”, que serán inscriptos en el libro de los Santos. Hasta el altar serán llevados los relicarios: una ampolla de sangre de Juan Pablo II y un trozo de piel de Juan XXIII.

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