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domingo, 29 de julio de 2012

Unas ochenta embarcaciones navegaron siguiendo la estela de la Virgen en la procesión de Celeiro...


A MARIÑA
Unas ochenta embarcaciones navegaron siguiendo la estela de la Virgen en la procesión de Celeiro
JAMILA GONZÁLEZ
VIVEIRO / LA VOZ 28 de julio de 2012 22:38



Alrededor de las 11.00 horas de ayer los redobles comenzaron a sonar en el puerto de Celeiro (Viveiro) y la Virgen del Carmen se fue acercando al ritmo de los tambores al palangrero de Gran Sol que la pasearía por la ría de Viveiro, un barco de nombre Flecha, en honor a su armador, Francisco López Alonso, al que le pusieron ese mote a los seis años por ser «o máis rápido de todos dando voltas á fonte, para gañar unha onza de chocolate». Así lo confesaba el propio Francisco, uno de los armadores más veteranos de Celeiro, con 76 años de edad.

Pero la señora de los mares no iba sola en su singladura. La acompañaban la charanga viveirense Tastarabás; numerosas autoridades entre las que se encontraban Melchor Roel, alcalde de Viveiro; o Andrés Hermida Trastoy, director general de Ordenación Pesquera de Madrid, entre otros; y unas ochenta embarcaciones, entre barcos de Gran Sol y de arrastre litoral, y lanchas de bajura y recreo. Tampoco faltó la seguridad en el barco; miembros de la Policía Local, Policía Nacional, cuerpo de Bomberos, Guardia Civil y Protección Civil, viajaron en el Flecha.

Eran las 11.20 horas, y el Flecha empezaba su viaje. Iniciaron la maniobra «dirixindo a proa do barco hacia a capela de San Ecce-Homo, e unha vez que o enfilaron, viran hacia fora», una tradición de los barcos de Celeiro, según explicaba Jesús Fernández, miembro de la Asociación Cultural Penalba-Colectivo Chilindrín.

A una velocidad de seis nudos, el Flecha avanzaba rumbo al faro. La ruta no varía y es la misma año tras año. «Vamos hasta el faro, un poco más; luego damos la vuelta y el barco se detiene para hacer la bendición», explicaba Domingo Rey, patrón mayor de la cofradía de pescadores de Celeiro. Y así fue. Al llegar al espigón del puerto, el barco se detuvo y se procedió al homenaje a los náufragos. Una corona de laurel y varios centros de flores fueron tirados al mar en honor a todos aquellos fallecidos en sus aguas. A continuación, las embarcaciones que acompañaron la procesión pasaron una a una por la parte de babor de el Flecha para recibir la bendición, acto oficiado por el sacerdote de la parroquia de Celeiro, Avelino González.

Las bocinas de los barcos, en muestra de saludo, no dejaron de sonar durante toda la procesión

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